¿Qué es el euro digital y cuándo estará disponible?
El euro digital busca ser la alternativa a las criptomonedas descentralizadas
El proyecto de creación de un euro digital lleva muchos meses en la hoja de ruta de las instituciones europeas.
El BCE (Banco Central Europeo) ha afirmado desde el anuncio del proyecto, que el objetivo con esta nueva divisa digital es ayudar a proteger la privacidad de los usuarios, así como facilitar las transacciones al tener estas menores costes y tiempos asociados.
En el punto de mira están las criptodivisas que tanto crecimiento y aceptación han tenido en los últimos años, así como proyectos tan sólidos como Libra de Facebook, una divisa que podría hacer la competencia a las de los bancos centrales.
Es por esto por lo que el BCE ha dado comienzo a la creación de su propia moneda virtual, que podría llegar a finales de 2024. En todo caso, desde el propio BCE afirman que este es un movimiento para reforzar la soberanía conjunta de la Unión Europea, al tener una divisa digital que sea el pilar del sistema financiero actual.
Pero la Unión Europea no es pionera en la creación de monedas digitales oficiales o CBDC (Central Bank Digital Currency), ya que China con varios años de ventaja, ultima su Yuan digital.
Entre las mejoras para los usuarios de esta nueva moneda digital, se prometen reducciones de costes, transacciones más rápidas, mayor eficiencia, así como ayudar al impulso de digitalización de la economía. Pero parece que el uso generalizado de esta criptodivisa aún deberá esperar varios años, ya que el proyecto actual estará restringido al sector bancario
¿Por qué?
Las divisas digitales pueden suponer un golpe final para los bancos comerciales tal y como los conocemos.
La supervivencia de la banca en un mundo de criptomonedas
Si existe un tema controvertido en relación con la creación de este euro digital es el del posible impacto que tenga sobre los bancos tradicionales.
Si por una parte, el euro digital y todas la divisas digitales que se creen por los bancos centrales tratan de ser la alternativa centralizada y oficial de las criptomonedas como Bitcoin o Ethereum, a su vez pueden ser un gran impedimento para la supervivencia de instituciones financieras y bancarias sobre las que se asienta el sistema financiero europeo. Quizás la solución en este caso pueda suponer a su vez un problema.
Pero ¿puede acabar el euro digital con los bancos?
Con un euro digital, emitido directamente por el banco central europeo, los ahorradores en euros podrían depositar sus saldos directamente en las cuentas del banco central, saltándose el intermediario, los bancos comerciales que todos conocemos.
Cualquier persona podría tener sus depósitos en la institución más segura de la Unión Europea, y realizar sus gestiones con esa cuenta central directamente, sin tener que recurrir a capas intermedias.
Si esto fuera así, los bancos comerciales perderían la mayor parte de su negocio, la captación de fondos (a través de cuentas corrientes y depósitos bancarios) poniendo en grave riesgo su viabilidad como negocio.
Pero no sólo el depósito de los ahorros podría verse transferido desde los bancos comerciales hacia el banco central europeo, también los servicios de transacciones, que se realizarían de forma autónomo a través de firmas digitales, tal y como conocemos en criptomonedas descentralizadas actuales.
Además, la obtención de crédito podría darse en mercados abiertos, pudiendo tanto prestar como pedir prestado directamente en los mercados, tanto con instituciones como con particulares.
En este contexto, ¿Dónde quedaría el papel de la banca tradicional?
Probablemente los bancos tendrían un papel muy distinto al que estamos acostumbrados, perdiendo tamaño y especializándose en determinadas operaciones en las que sí sea necesario un intermediario.
Los grandes bancos europeos saben que este riesgo podría estar más cerca de lo que a priori podríamos pensar, y aunque el BCE estimó que un euro digital de uso común no llegaría hasta al menos 5 años, no hace falta esperar hasta entonces para que la competencia en el sistema financiero se haga notar.
Países como China o Suecia ya tienen su divisas digitales y es cuestión de tiempo que vayan tomando forma y aceptación entre la población, las grandes empresa tecnológicas como Facebook, buscan su propia criptomoneda independiente de los bancos centrales (aunque respaldada por sus activos) para facilitar los pagos y los servicios en sus plataformas, y las criptomonedas más “clásicas” como Bitcoin o Ethereum, buscan ser una alternativa a la centralización de la moneda.
En casi cualquier banco europeo podemos advertir que uno de los principales riesgos que detallan respecto a la viabilidad y rentabilidad de su negocio a fututo no es otro que la entrada de “nuevos actores” distintos a los bancos tradicionales, que no solo puedan realizar los mismos servicios u ofrecer productos similares, sino que lo hagan de forma más “sencilla y rápida”.
Informe anual CaixaBank 2020. Sección de riesgos. P-66.
Medidas del BCE para combatir la disrupción
El Banco Central Europeo es consciente de estos riesgos asociados a la creación del euro digital, pero a su vez, sabe que no puede quedarse atrás en la carrera de las criptodivisas a nivel mundial.
Es por ello por lo que por el momento ha anunciado una política de introducción progresiva, lanzando la moneda digital, pero restringiendo su uso por un tiempo determinado, para poder medir cual es su impacto y que medidas de ajuste tomar para minimizar las consecuencias negativas que pudiera tener para el sistema bancario.
Entre las primeras medidas que ha adoptado el BCE ha sido la de proponer un límite en las tenencias de euro digital, de máximo 3.000€ por titular. Esta medida en principio solo estaría indicada para personas físicas, ahorradores individuales, no para instituciones.
Según el BCE, este límite busca reducir las posibles salidas masivas de depósitos de los bancos comerciales hacia las cuentas depositadas en el propio Banco central, a su vez que comienzan a verse los primeros datos sobre su uso y su adopción.
Además de este límite en las tenencias de euros digitales, también se ha propuesto que todos los saldos superiores a esta cifra máxima tengan una remuneración negativa, es decir, un coste por mantener más de 3.000€ en euro digital, para desincentivar el uso a gran escala de la criptomoneda.
Este futro no deja de ser complicado, ya que el banco central asumiría unos riesgos mucho mayores de los actuales. El sistema financiero en Europa está basado en una entidad central que regula y controla a los bancos comerciales que son los que en última instancia hacen funcionar el flujo monetario a través del crédito y los depósitos.
Si este sistema se rompe, el banco central pasaría a poseer directamente los depósitos de euros, sin que existan capas intermedias. En un momento en que muchas de las criptomonedas más extendidas del mundo abogan exactamente por la ausencia de instituciones centralizadas, esta acumulación en un solo organismo a nivel europeo pone en entredicho el futuro del sistema, tanto a nivel bancario como de polarización entre un sistema monetario oficial cada vez más centralista y las nuevas criptomonedas, cada vez más diversificadas.