¿Qué tipos de préstamos existen?

Ya sea para realizar una compra, porque quieres invertir o porque te encuentres en una situación económica complicada, a todos nos puede llegar ese momento en el que necesitamos un préstamo. Cuando estás en esa situación, es importante que tengas toda la información para elegir el préstamo que más se adecúe a lo que necesitas.
Aquí hacemos un repaso por las opciones entre las que puedes elegir, pero lo primero que tienes que saber son tres conceptos básicos que te vas a encontrar a la hora de pedir un préstamo: capital, interés y plazo. El capital es la cantidad de dinero que te van a prestar, el interés se trata del monto adicional que tendrás que pagar al banco por hacerte el préstamo y el plazo el periodo de tiempo en el que tendrás que devolver el dinero.
Conviene también distinguir entre el TIN (Tipo de Interés Nominal) y la TAE (Tasa Anual Equivalente). El TIN refleja el porcentaje que se paga por el préstamo, pero la TAE es la cifra más real para comparar, ya que incluye comisiones y gastos aplicables en el transcurso de un año. Además, los préstamos pueden tener costes adicionales como comisiones de apertura, estudio o cancelación anticipada, que encarecen el producto final.
Con estos conceptos claros, vamos a conocer cada tipo de préstamo bancario.
Préstamos hipotecarios
Quizá la hipoteca sea lo primero que se nos viene a la cabeza al pensar en un préstamo. Se trata de aquellos destinados a la compra de una vivienda y tienen condiciones específicas como el tipo de interés (fijo, variable o mixto), que hay que analizar bien para elegir las que más te convengan. Aquí entran en juego diferentes factores como la solvencia económica de la persona que pide el préstamo o el importe que va a recibir.
En este tipo de préstamos es especialmente importante revisar las condiciones de vinculación (seguros, nómina, tarjetas) y posibles cláusulas abusivas, ya que históricamente ha habido sentencias en España que han declarado nulas prácticas como las cláusulas suelo o los gastos hipotecarios cargados indebidamente al consumidor.
Préstamos personales
Los préstamos personales son aquellos que se solicitan para hacer una compra por una cantidad de dinero mucho más pequeña que una vivienda. Pueden abarcar desde unos pocos cientos hasta varios miles de euros, con plazos de devolución más cortos que los de una hipoteca.
Existen diferentes tipos, dependiendo de cuál sea el destino del préstamo. Por ejemplo, están los préstamos al consumo, que se utilizan para compras como un coche nuevo, o los préstamos a estudiantes, que sirven para financiar el pago de estudios.
Además, los préstamos se pueden dividir según su tipo de garantía y su plazo. Según el tipo de garantía, existen:
- Préstamos de garantía personal: son aquellos préstamos en los que la persona que los recibe pone su patrimonio presente y futuro como garantía de pago. Es decir, si no paga lo correspondiente al préstamo, el acreedor puede reclamar judicialmente sus bienes como medio de cobro.
- Préstamos de garantía real: la persona que solicita el préstamo establece un bien en concreto como medio de garantía de pago, por ejemplo, una vivienda, y no puede hacer nada con este bien hasta que el préstamo sea devuelto por completo. En caso de no poder devolver dicho préstamo, el banco podría quedarse con el bien que el solicitante estableció.
- Préstamos con las dos garantías: también existen préstamos que mezclan ambas garantías, como los hipotecarios, donde la garantía personal son los ingresos que tenga la persona solicitante y la garantía real es el propio inmueble que está comprando.
- Préstamos sin garantía: en algunas ocasiones se permite solicitar este tipo de préstamos, pero los tipos de intereses que conllevan son mucho más altos.
En cuanto al plazo, existen dos tipos:
- Préstamos a corto plazo: son aquellos que tienen un plazo de devolución menor a un año. Se utilizan para comprar cosas de menor valor que necesitemos más urgentemente.
- Préstamos a largo plazo: son aquellos en los que el plazo de devolución es superior a un año, normalmente muy superior, como en el caso de los préstamos hipotecarios. Son ideales si lo que se quiere es hacer una compra por un precio elevado.
Minicréditos
Aunque muchas veces se confunden con los préstamos personales, los minicréditos son un producto distinto: se trata de préstamos de importe reducido (normalmente hasta 3.000 €) y con plazos de devolución muy cortos.
La principal diferencia está en el interés. Estos productos suelen aplicar TAEs extremadamente elevadas, que pueden superar el 2.000% en algunos casos.
El Tribunal Supremo, en sentencias de 2015 y posteriores, ha considerado abusivos los intereses notablemente superiores al normal del dinero y desproporcionados en relación con el riesgo asumido. En concreto, se ha declarado usura cuando el interés supera en más de 6 puntos porcentuales el tipo medio de créditos al consumo publicado por el Banco de España. Así lo dictamina la Ley de Represión a la Usura.
En consecuencia, muchos minicréditos y tarjetas revolving han sido anulados judicialmente, obligando a las entidades a devolver lo cobrado de más a los consumidores. Por ello, es fundamental extremar la cautela con este tipo de productos y comprobar bien la TAE antes de contratarlos.
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Préstamos entre particulares
Pero no todos los préstamos tienen que ser a través de un banco. También existen los préstamos privados o entre particulares, que permiten que una persona le preste dinero a otra persona (o empresa). Este tipo de préstamos se puede dar entre conocidos o desconocidos, pero lo que les caracteriza es que no hay ningún intermediario bancario.
Al igual que en los préstamos bancarios, en los préstamos entre particulares se establece el importe, el plazo de devolución, los intereses y la garantía, que deben quedar recogidos en un contrato privado. Aunque dicho contrato no tiene que firmarse ante notario, puede hacerse si se quiere garantizar el cumplimiento del mismo de una manera más formal. Además, este tipo de préstamos hay que registrarlos debidamente, para no tener problemas con Hacienda y que no se consideren como una donación, lo que supondría el pago de mayores impuestos.
Los préstamos privados o entre particulares son una buena opción cuando se necesita dinero de manera rápida, cuando el banco no concede el préstamo y, si el acuerdo es bueno, cuando se quieren evitar intereses excesivos por parte de una entidad bancaria. Eso sí, en caso de impago, la reclamación puede ser más compleja, ya que no siempre se cuenta con los mismos mecanismos de protección que ofrece la banca regulada.
No todos los préstamos son iguales y tampoco todas las situaciones personales: por eso es clave elegir con calma y sin dejarse llevar por la urgencia.

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