Aterrizaje del euro digital: así se preparan los bancos para aceptarlo en TPVs

Aterrizaje del euro digital: así se preparan los bancos para aceptarlo en TPVs

El euro digital continúa el camino hacia su lanzamiento. Recientemente, dos novedades han demostrado que sí se están llevando a cabo avances en su desarrollo: la primera semana de octubre conocimos cuáles son las cinco empresas que proveerán componentes tecnológicos del euro digital, y también el Banco Central Europeo (BCE) publicó el resultado de un estudio sobre el proyecto llevado a cabo por dos grupos de trabajo.

Ante la ya inexorable llegada del euro digital, la banca privada pone la mirada, con cierto tono de preocupación, sobre los costes que implicará para ellos la introducción y adhesión del euro digital a sus sistemas de pago.

Y no solo eso, sino que también les molesta la competencia que el euro digital les hará frente a sus soluciones propias de divisas digitales, en las que también están trabajando, como forma de sacar tajada del ecosistema cripto y no quedarse atrás frente a stablecoins y otras innovaciones del mundo blockchain.

Todo esto, además, acabará afectando de una forma u otra a los comercios, que de alguna manera tendrán que adaptar sus TPV o pasarelas de pago para aceptar no solo el euro digital, sino Bizum (que se prepara para su lanzamiento para empresas) y otras formas de dinero digital en auge.

Gastos de 110 millones de euros por cada banco

El pasado junio, la consultora PwC publicó un estudio sobre el coste previsto para los bancos de la implantación del euro digital. El informe, encargado por tres asociaciones bancarias europeas, concluyó que el coste de adaptar infraestructuras para el euro digital costará en total más de 18.000 millones de euros para la banca privada europea. Esto es, unos 110 millones de euros de gasto por cada entidad bancaria en la zona euro durante los primeros cuatro años de implantación de este nuevo sistema.

Alrededor del 75% de esta cifra se debe a las adaptaciones técnicas necesarias. Entre ellas, actualizar las apps de banca móvil, emitir y adaptar tarjetas físicas compatibles, así como renovar cajeros automáticos (ATM), terminales de pago (POS) y sistemas de las sucursales.

Pero además de este coste, el estudio también destaca como riesgo relevante la gran cantidad de recursos humanos (un 46% de la plantilla) dentro de las entidades que tendrán que ocuparse de asuntos relacionados con el euro digital, de forma que el tiempo dedicado a otras iniciativas y, por tanto, recursos destinados a innovación propia, se verán limitadas.

Dicho todo esto, el informe ni siquiera tiene en cuenta otros factores que también harían aumentar el coste, como son el mantenimiento del sistema una vez implantado, los gastos relacionados con funcionalidades offline (pagar sin conexión), o los costes por procesamiento de pagos o múltiples cuentas.

Competencia directa con el euro digital

Así pues, aunque los bancos no van a huir de su necesaria participación para integrar el euro digital, se prevé que den un acelerón en sus proyectos propios de divisas digitales, con el objetivo de competir con el euro digital e, idealmente, acaparar cuota de mercado antes de que el euro digital gane usuarios.

El BBVA, por ejemplo, prepara el lanzamiento de su propia stablecoin para 2026, y Banco Santander también está estudiando lanzar una stablecoin a través de Openbank. A esto se suma la iniciativa anunciada a finales de septiembre, por la que CaixaBank se une a otros 8 bancos europeos en un proyecto de stablecoin ligada al euro, todo ello, como contrapartida privada a las monedas virtuales de bancos centrales (CBDC).

Frente a esta preocupación, desde la UE señalan que los bancos seguirán pudiendo ganar dinero con el euro digital, cobrando comisión de comercio al igual que ocurre con las tarjetas de crédito. Así, los bancos centrales insisten en que sus CBDC no buscan competir con la oferta privada, sino coexistir.

¿TPV polifacética?

Finalmente, ¿qué implicará todo esto para los autónomos, comerciantes y tiendas? Los comercios se ven en la necesidad de admitir cada vez más métodos de pago distintos. Actualmente, tenemos Bizum, transferencias inmediatas, tradicionales, tarjetas, efectivo, y métodos de pago de compañías tecnológicas como Apple Pay o Samsung Wallet. En un momento no muy lejano, se unirán el euro digital y posiblemente diversas stablecoins.

Puede ser difícil para el comercio aceptar tantos métodos distintos, siendo además incómodo tener disponibles terminales de pago diferentes. Es también por ello que los bancos defienden la reutilización de infraestructura ya existente, como las redes de Bizum y Wero. La idea sería hacerlas interoperables para poder transaccionar con euros digitales con ellas, facilitando la vida a los ciudadanos que ya estarían más acostumbrados a estas soluciones, y a los comercios al evitarles posibles gastos.

Asimismo, la posibilidad de hacer pagos offline es uno de los aspectos más únicos del proyecto del euro digital; algo que implicará un coste notable dada la dificultad técnica que esto añade, y con el que el euro digital se diferenciaría del resto de alternativas de pago. Por un lado, esta posibilidad añade privacidad y resiliencia al euro digital. Por otro, implica un mayor coste de infraestructura.

La llegada del euro digital, como vemos, debe hacer frente a las turbulencias de un sector financiero que debe a la vez esforzarse por no quedar detrás de las innovaciones provenientes de las fintech y las criptomonedas.

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