Por qué la inversión circular entre OpenAI, Nvidia y Oracle confunde a cualquiera

Por qué la inversión circular entre OpenAI, Nvidia y Oracle confunde a cualquiera

Las noticias recientes sobre los últimos contratos y colaboraciones de OpenAI con otras empresas han saltado de las páginas salmón de la prensa económica a convertirse en meme y polémica en redes sociales. Algunos lo han tildado, con humor, de “money glitch” o de “truco de dinero infinito” con el que varias empresas han metido el turbo y ganado miles de millones con inversiones circulares, en las que se desdibuja un poco de dónde sale y a dónde va realmente ese dinero.

Lo que es cierto es que estos contratos tienen algo de histórico, por su naturaleza y volumen, y que además han sido posibles por el amparo del proyecto estadounidense Stargate, con el que el país quiere asegurar un dominio irrefutable en el campo de la IA. Más allá de esto, ese “fallo en Matrix” por el que parecen haber salido billones de dólares de la nada tienen explicación, que no es más que una calculada e inteligente estrategia de crecimiento conjunta que explicaremos a continuación.

Entre septiembre y octubre, la firma creadora de ChatGPT ha firmado acuerdos billonarios, primero con Nvidia, luego con Oracle, y finalmente con Broadcom este mes, que alcanzan los 410.000 millones de dólares. Esto es, unos 347.000 millones de euros.

Lo llamativo es que, a la vez que ChatGPT recibirá esta enorme propulsión financiera, ChatGPT usará o promoverá de alguna manera los productos y servicios de estas otras empresas.

El círculo perfecto

Por un lado, OpenAI recibirá unos 100.000 millones de dólares de inversión de Nvidia, con los que OpenAI quiere construir un enorme data center con el que poder escalar su servicio. A cambio, OpenAI se ha comprometido a usar chips Nvidia para desplegar 10 gigavatios de potencia. Esto es una clara interrelación, aunque un portavoz de Nvidia ha asegurado que ellos no obligan contractualmente a la empresa a usar su tecnología a cambio de la inversión.

Posteriormente, el CEO de Oracle, Larry Ellison, se convirtió en el hombre más rico del mundo (por poco tiempo), tras conocerse que OpenAI pagará 300.000 millones a Oracle a cambio de su capacidad en la nube. A su vez, Oracle va a inyectar miles de millones de dólares en Nvidia, ya que usará sus chips en nuevos centros de datos.

De esta forma, las tres empresas adquieren un rol protagónico y aseguran su éxito futuro al blindarse mutuamente las espaldas. Nvidia se posiciona como el mayor fabricante de chips, y se asegura la tecnología de software de OpenAI; Oracle se queda sin rivales en el sector de la computación en la nube, y OpenAI se asegura su primer puesto en la carrera de la IA al contar con la mejor infraestructura física de centros de datos.

A todo esto podemos agregar a Broadcom, empresa que también ha firmado con OpenAI para ir diseñando sus propios aceleradores de IA: chips especializados que sirven para mejorar el rendimiento de determinadas operaciones, como las de modelos de lenguaje como ChatGPT, de forma que OpenAI avanza también en el terreno del hardware.

Se trata, por tanto, de una alianza estratégica de tintes inéditos en el sector tecnológico y en Bolsa, en general, que ha podido gestarse al calor de un entorno político favorable que busca el éxito a toda costa de la tecnología estadounidense.

Malos recuerdos de la burbuja puntocom

Dada la circularidad de estas inversiones, en las que las compañías se convierten al mismo tiempo en inversoras y clientes unas de otras, algunos expertos y periodistas han arqueado la ceja y mostrado preocupaciones por las aparentes similitudes que podrían establecerse con la crisis de la burbuja de las puntocom entre 2001 y 2002.

Igual que el surgimiento de la IA generativa ha causado un fuerte impacto en la actualidad, por aquel entonces otra invención llegó con grandes promesas de renacimiento económico: Internet. Como señalan expertos para Bloomberg, también en la burbuja de las puntocom, cuando empresas enfocadas en Internet subieron como la espuma en Bolsa con promesas vacías, se produjeron inversiones circulares que pueden recordar a la que ha realizado ahora OpenAI.

¿Qué haría diferente a la situación actual? Pues el hecho de que, a diferencia de aquellas empresas que un día se hundieron por no tener un flujo de caja real, OpenAI es una empresa con 700 millones de usuarios en la actualidad y con miles de clientes reales, tanto particulares como empresariales, que consumen sus servicios. Es decir, que OpenAI tiene realmente clientes a los que vender su producto, por lo que puede tener expectativas de ganar más y más dinero en el futuro, devolviendo así unos frutos para los que, no obstante, habrá que esperar.

Y es que el pasado junio, la que es todavía una startup indicó que solo está generando unos 10.000 millones de dólares en ingresos anuales. Aunque se espera que esta cifra alcance los 200.000 millones en beneficios en 2030, aún queda muy pero que muy lejos de los 115.000 millones de dólares que la compañía prevé quemar hasta 2029, según The Information. Dólares provenientes de estas colosales inversiones ante la certeza del dominio de OpenAI en el futuro. Sam Altman, CEO de OpenAI, dijo el pasado año a sus inversores que su empresa podría acumular hasta 44.000 millones en pérdidas de aquí al final de la década.

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