¿Se ha acabado la “fiebre del oro”? Tres razones para seguir confiando en 2026

¿Se ha acabado la “fiebre del oro”? Tres razones para seguir confiando en 2026

El oro ha protagonizado un 2025 récord. Tradicionalmente, ha sido el activo refugio por excelencia. Tras las crisis del petróleo o la quiebra de Lehman Brothers su valor se disparó, pero el rebote de este año es histórico. Desde la crisis inflacionaria de 1979, que llevó a la Reserva Federal de Estados Unidos a colocar los tipos de interés a corto plazo en el 20%, el metal precioso no se revalorizaba tanto.

En apenas un año su precio ha aumentado más del 60%. Las tensiones geopolíticas, la incertidumbre derivada de la guerra arancelaria y los enfrentamientos entre potencias han potenciado el gran comportamiento del oro.

Buena parte del mercado ha decidido refugiarse ante los vaivenes de la Bolsa. Ahora, con los precios relativamente estabilizados y la política comercial de Donald Trump en tregua, los inversores se preguntan si ha llegado a su fin la ‘fiebre del oro’ que hemos vivido en 2025.

Para conocer la respuesta, tenemos que detenernos en los factores que han explicado su revalorización y vamos a explicar tres razones para seguir confiando en el oro de cara a 2026.

¿Por qué ha subido tanto el oro?

Evidentemente la subida del oro no puede explicarse a partir de una sola causa. Una concatenación de circunstancias unido al contexto macroeconómico global ha provocado esta situación.

En primer lugar, podemos hablar de la política monetaria. Las bajadas de tipos de la Reserva Federal y las previsiones que apuntan a futuros recortes han reducido las tasas de interés reales, lo que aumenta el atractivo del oro y otros activos refugio.

Fondos de inversión e inversores institucionales han incrementado su exposición al metal como cobertura frente a un posible enfriamiento económico al calor de los datos que llegan desde Estados Unidos, donde preocupa especialmente la evolución del empleo. De hecho, Bank of America y Morgan Stanley apuestan por el oro físico y recomiendan una reasignación masiva al oro del 20% en todas las carteras.

Esto nos conduce al segundo punto a tener en cuenta. Y es que por primera vez en la historia los bancos centrales acumulan más oro físico que bonos en sus carteras. En 2024 superaron las 1.000 toneladas y todo parece indicar que la cifra se va a quedar corta en 2025.

Economías emergentes como China, India y Turquía lideran estas compras. El objetivo es diversificar sus carteras y protegerse ante la devaluación del dólar. Que las instituciones apuesten por el oro físico le da consistencia y solidez al mercado y aleja la idea de que se trate de una burbuja o un encarecimiento ‘gratuito’ del metal.

Por supuesto tenemos que mencionar la inestabilidad política. En 2025 hemos vivido la tensión geopolítica y comercial entre China y Estados Unidos, así como las constantes amenazas arancelarias de Donald Trump a otras regiones económicas, pero también los conflictos en Ucrania y Oriente Medio.

Precisamente el estallido de la Guerra de Ucrania marcó el primer punto de inflexión en el repunte del oro, especialmente cuando se anunciaron las sanciones a Rusia.

No podemos obviar el momentum del mercado. La gráfica del oro ha roto al alza constantemente niveles clave, como los 3.000 y los 3.500 dólares. Buena parte del impulso del oro se explica por los posicionamientos automáticos en estos niveles. Es decir, muchos inversores, tanto institucionales como particulares, tenían en esos puntos marcados los niveles de entrada. Tras superar esas cotas, compraron oro y estimularon aún más su precio.

Aunque la presión sobre la oferta no cesa, los datos reflejan que la producción minera se estanca y la demanda de joyería en potencias como India o China se ralentiza.

Los riesgos que podrían frenar al oro

Más allá de un estancamiento de la producción o una ralentización de la demanda de productos de joyería, hay riesgos más importantes que podrían frenar el precio del oro.

En primer lugar, una política monetaria más agresiva de la esperada. Aunque el mercado descuenta dos recortes de tipos de la Reserva Federal para 2026, la resiliencia económica de Estados Unidos podría mantener los tipos más altos de lo previsto durante los próximos meses. Eso podría frenar el interés de los inversores por el oro físico.

También podría hacerlo un repunte del dólar, que encarecería el oro fuera de Estados Unidos por el riesgo divisa, o la toma de beneficios tras el rally que ha experimentado el metal en los últimos meses. Si bien es cierto que no es un activo tradicionalmente especulativo, la realidad es que la volatilidad del oro en los últimos tiempos ha provocado que muchos inversores cortoplacistas hayan entrado al mercado.

Tres razones para confiar en el oro en 2026

Así las cosas, estas son las tres grandes razones para confiar en el comportamiento del oro en 2026.

1.    La tensión persiste

El oro es el principal activo refugio y, como tal, lo seguirá siendo el próximo año dado que no se han solventado las tensiones geopolíticas que han condicionado al mercado en 2025. La inflación todavía no ha mostrado estabilidad en los niveles que, para los grandes bancos centrales, son correctos para el buen hacer de la economía global.

Por otro lado, la agencia proteccionista de Trump podría seguir su curso en 2026 o incluso reforzarse, disparando el miedo a posibles represalias por parte de potencias como China o la Unión Europea.

Además, las perspectivas para el dólar no son excesivamente positivas, con lo cual la demanda de bonos podría continuar estancada en favor del oro.

2.    El “consenso macroeconómico” ya está descontado

El Consejo Mundial del Oro (WGC por sus siglas en inglés) confía en que los principales estímulos del oro en 2025 continúen siendo importantes en 2026. Aunque el punto de partida es diferente. Porque, según el WGC, el mercado ya ha descontado del precio del oro lo que se conoce como “consenso macroeconómico”. Esto es, expectativas de crecimiento estable, recortes moderados de los tipos de interés en Estados Unidos, y un dólar estable en términos generales.

Es decir, el oro parece bastante valorado ya por los inversores. Los tipos  de interés no van a bajar significativamente salvo grandes sorpresas y el apetito de los inversores por el riesgo está equilibrado. En este contexto, el oro podría revalorizarse hasta un 5% si nada cambia, según el WGC.

3.    Etapa estructural de revalorización

Como consecuencia de lo anterior, el oro ha entrado en una etapa estructural de revalorización, de acuerdo con el conjunto de analistas. La diversificación monetaria global, el menor peso del dólar en la economía global y las políticas fiscales expansivas refuerzan esta tesis.

Las previsiones son optimistas. Goldman Sachs ha avanzado unas perspectivas que empujan su precio hasta los 4.900 dólares por onza para diciembre de 2026 gracias a las entradas de ETFs y las compras de bancos centrales. Por su parte, Deutsche Bank considera que podría tocar los 4.950 dólares/onza, con un precio promedio anual de 4.450 dólares/onza. En JP Morgan consideran que podría superar ampliamente los 5.000 dólares por onza.

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