¿Qué significa diversificar? Más rentabilidad con menor riesgo
«Invertir pronto y a menudo» es un dicho que puede oírse en cualquier curso sobre finanzas e inversión sensata. La magia del interés compuesto se pone en marcha una vez que empiezas a ahorrar y a invertir incluso si tan solo es una pequeña parte de tu salario.
Es normal sentirse perdido sobre cómo o dónde invertir tu dinero, no estás solo. Pero puedes empezar tu viaje en el mundo de la inversión aprendiendo algunos términos y conceptos básicos que te acompañen el resto de tu vida.
Una vez que tengamos bien asentadas esas primeras ideas, podemos dar el salto a trabajar con un asesor financiero, utilizar un robo-advisor, comprar un fondo de inversión o incluso hacer tu propia selección de acciones individuales.
Asumir un cierto riesgo financiero es esencial para obtener rentabilidad en los mercados, pero es mejor no poner todos los huevos (todo nuestro dinero) en la misma cesta. Los profesionales financieros siempre te dirán que la diversificación es la mejor manera de que cualquier inversor obtenga los resultados que desea mientras puede seguir durmiendo bien por la noche.
Veamos en que consiste la diversificación, como nos ayuda a mejorar nuestras inversiones e incluso como nos permite obtener mayor rentabilidad con menor riesgo.
¿Qué significa la diversificación en una cartera de inversión?
Al comenzar a invertir tu dinero, es importante entender que puede haber limitaciones en la cantidad de dinero que puedes ahorrar cada mes, y además, tener presente que el futuro es incierto y nunca sabemos cuales van a ser nuestros ingresos en los próximos 5 o 10 años. Además, nuestra situación personal puede cambiar drásticamente y no queremos tener que vender nuestras inversiones en el peor momento, perdiendo mucho dinero.
Por lo tanto, cuando nos planteamos invertir debemos considerar cómo equilibrar el deseo de obtener rentabilidades satisfactorias con al mismo tiempo, proteger nuestro futuro financiero asumiendo un riesgo controlado. La mejor manera de lograr ese fin es construir una cartera de inversión diversificada.
La diversificación es el proceso de invertir en una variedad de activos de inversión, en lugar de poner todo nuestro dinero en un solo tipo de activo.
Cuando hablamos de activos no solo nos estamos refiriendo a, por ejemplo, comprar dos fondos de inversión distintos, o acciones de dos empresas diferentes. La auténtica diversificación se da cuando tenemos distintos tipos de activos en nuestra cartera, cuanto más descorrelacionados entre sí, mejor. Algunos de las principales clases de activos que podemos encontrar en el mercado son:
- Acciones
- Bonos
- Bienes inmuebles
- Metales preciosos
- Efectivo
Una cartera de inversión bien diversificada suele incluir al menos dos de estas opciones de clases de activos.
¿Por qué debemos diversificar nuestra cartera de inversión?
Con el tiempo, todo tipo de inversión experimenta caídas y cambios. Incluso las inversiones más seguras y estables, que normalmente no tienen volatilidad o ésta es muy baja en comparación con inversiones como las acciones, siempre terminan moviéndose al son del sentimiento general de la economía. Esto se traduce en que todas las inversiones, independientemente de su naturaleza, sufren de la volatilidad, es decir su valor fluctúa a lo largo del tiempo, tanto para bien como para mal.
Si la volatilidad es un hecho del que no podemos escapar cuando invertimos ¿Cómo podemos protegernos de ella? Por suerte, la solución es simple: Diversificando nuestra cartera y nuestros estilos de inversión.
El objetivo de una cartera de inversiones bien diversificada es proporcionar rentabilidad de forma consistente, incluso cuando una de las clases de activos esta pasando por un mal momento.
Cuando una cartera de inversión está bien diversificada, los activos que la componen tienden a complementarse entre sí.
Veamos un ejemplo: Cuando el mercado financiero corrige y las acciones caen, los bonos suelen hacerlo bien, debido a que son percibidos como activos con menor riesgo. Una cartera diversificada que incluya bonos conseguirá pasar mejor una tormenta bursátil a corto plazo mejor de lo que lo haría una cartera que solo incluyese acciones.
Pero ese es solo el primer paso. Además, es importante diversificar dentro de los tipos de activos de inversión. A modo de ejemplo, cuando decidimos invertir en acciones no hay que invertir sólo en acciones tecnológicas, ni en acciones de pequeña capitalización, ni en acciones defensivas. Sino en una variedad de acciones, cuanto más variadas en cuanto a su tamaño, ubicación, sector o estilo, mucho mejor.
En definitiva, la diversificación ayuda a reducir la volatilidad de nuestras inversiones, y como esa menor volatilidad nos permite invertir más cantidad, podemos obtener mayores ganancias.
Entendiendo la relación entre rentabilidad y riesgo
Diversificar una cartera de inversión requiere un poco de trabajo extra. Para empezar, cada inversor debe pararse a pensar en cuáles son sus objetivos de inversión y cómo se siente con respecto al riesgo. Si somos unos inversores con mayor tolerancia a la volatilidad estructuraremos nuestra cartera con activos mas arriesgados pero con mejores potenciales de revalorización, y si por el contrario nuestra prioridad es conservar nuestro capital a corto y medio plazo, trataremos de construir una cartera con activos menos volátiles y por ello con menor potencial.
Es fundamental entender que siempre va a haber una correlación entre el nivel de rentabilidad potencial que podemos esperar como inversores y los riesgos que estamos dispuestos a asumir para obtener esa rentabilidad.
Hacer un test de perfil inversor, te ayudará a definir tus objetivos financieros a largo plazo y a determinar tu tolerancia al riesgo, tu tasa de ahorro y las mejores opciones de inversión para tu caso particular. Lo mejor de estos test es que según vayan cambiando nuestras preferencias o nuestra realidad financiera, por ejemplo porque hemos cambiado de trabajo, podremos hacer nuevas pruebas para concretar nuestro perfil en cada momento.
¿Qué riesgos debemos asumir invirtiendo?
Una regla general en finanzas es que los inversores más jóvenes deberían asumir más riesgos. Eso significa tener mayor exposición a renta variable (acciones) y a la volatilidad con la esperanza de obtener mayores rentabilidades.
Los inversores jóvenes tienen por delante muchos años de trabajo y ahorro, con lo que en términos generales deben pensar a más largo plazo cuando inviertan. Un ejemplo de cartera para un inversor joven podría ser un 25% de acciones de gran capitalización, un 25% de mediana capitalización, un 25% de pequeña capitalización, un 15% de acciones internacionales y un 10% de REITs o participaciones inmobiliarias. Ha habido muchas veces en el mercado que el riesgo no se ha visto recompensado con mejores rentabilidades, sin embargo, no suele ser recomendable para los inversores más jóvenes optar por incluir bonos en su cartera de inversión.
Por otro lado, los inversores de más edad suelen adoptar un enfoque más conservador a la hora de invertir cuando se van acercando a la edad de jubilación. Cuanto más mayor es un inversor menos tiempo dispone para recuperarse de las pérdidas y las caídas que pueda haber en el mercado. Por lo tanto, los inversores de mayor edad pueden querer reducir el porcentaje de acciones que incluyen en su cartera y sustituirlos, esta vez sí, por bonos.
¿Cómo diversificar nuestra cartera de inversión?
Para que puedas tener una mejor idea de lo que los inversores suelen esperar en cuanto a rentabilidad y riesgo de cada uno de los tipos de activos de inversión mencionados anteriormente, hemos hecho una selección simple con algunas pautas generales que puedes tener en cuenta:
- Acciones: rentabilidad entre el 7% y el 10% anual a largo plazo. Volatilidad muy alta, puede haber caídas superiores al 30% en un solo año.
- Bonos: rentabilidad entre el 2% y el 5% anual, con una volatilidad moderada.
- Bienes inmuebles: rentabilidad entre el 6% al 10% o más, dependiendo del tipo de activo. Invertir en bienes inmuebles directamente conlleva costes y tiempo de gestión que debemos contabilizar.
- Metales preciosos: rentabilidad del 2% al 5%, a menudo como cobertura contra la inflación y activo refugio. Volatilidad baja.
- Efectivo (deuda a corto plazo, fondos monetarios, depósitos): rentabilidad del 1% a 2% anual con mínimo riesgo. No suelen cubrir la tasa de inflación.
Cada activo tiene sus propias características, costes y requisitos. Decidirnos por un tipo u otro de activos es una preferencia personal en base a nuestros conocimientos, experiencia, intereses y objetivos.
Construyendo una cartera diversificada
Para construir una cartera de inversión diversificada, veamos un ejemplo sencillo. Digamos que queremos construir una cartera de inversión utilizando los cinco tipos de activos que hemos ido viendo a lo largo del artículo. Ahora, pongámonos manos a la obra dando forma a una cartera diversificada.
Ejemplo de asignación de activos para una cartera de inversión diversificada:
- Acciones – 80% (acciones de gran capitalización, mediana capitalización y pequeña capitalización)
- Bonos – 5% (deuda pública y bonos corporativos)
- Bienes inmuebles – 5% (REIT, fondos de inversión inmobiliaria, o propiedades de inversión directamente)
- Metales preciosos – 5% (como el oro o la plata)
- Efectivo – 5% (depósitos bancarios, fondos del mercado monetario, etc.)
Por cada cesta de activos podemos poner un peso con el que nos sintamos cómodos. Si somos jóvenes y estamos comenzando a invertir podemos reducir el peso de las categorías bonos y metales preciosos y subir nuestra inversión en acciones hasta el 90%. Si por el contrario hemos pasado de los 50 años, nuestro mix debería tener un peso algo superior, por ejemplo entre el 10% y el 30% de bonos y deuda pública.
Después de establecer tus cestas de inversión personales y asignarle el porcentaje adecuado a tu caso en cada una de ellas, ya podemos empezar a asignar nuestros ahorros y futuras aportaciones de inversión con un criterio simple y claro.
¿Cómo mantenemos la diversificación de nuestra cartera a lo largo del tiempo?
Una vez que hayamos establecido nuestra propia cartera de inversión, debemos supervisar el progreso de cada categoría de activos de forma periódica. Si una o más categorías o tipos de activos tienen una rentabilidad inferior al habitual o al esperado, debemos estar preparados para realizar ajustes en la cartera.
Como ejemplo del rebalanceo de una cartera, podríamos modificar nuestra cartera de acciones cambiando los valores en los que está invertido o simplemente elegir reducir (o aumentar) el porcentaje de su cartera que está invertido en la categoría “acciones”.
En todo momento, es normal querer mantener un nivel óptimo de diversificación de la cartera entre los distintos tipos de activos. Sin embargo no podemos estar ajustando los pesos de cada activo en la cartera de forma constante, por eso debemos establecer una revisión periódica de la cartera y rebalancear.
El rebalanceo parece fácil. Marcamos un día en el calendario, por ejemplo dos veces al año, y miramos los pesos de cada activo que tenemos en cartera. Si se han desviado mucho de nuestra cartera objetivo (la que hemos establecido en el paso anterior) venderemos uno y compraremos otro. Sin embargo rebalancear es algo mentalmente difícil.
A los inversores no les gusta vender las acciones que funcionan bien. El problema es que si seguimos manteniendo para siempre solo los tipos de activo que mejor funcionan (aunque estemos convencidos de que nunca pararan de subir), nuestra cartera ira ganando volatilidad y perdiendo el equilibrio.
Reequilibrar cuando el mercado está a la baja significa vender activos de inversión que han mantenido bien su valor (a menudo bonos) y comprar más inversiones de la cartera con peores resultados.
Reequilibrar cuando el mercado está subiendo sin parar significa vender los activos de mayor rendimiento y comprar más de los que actualmente parecen no funcionar. Sin embargo, hay opiniones para todos los gustos y muchos inversores prefieren no rebalancear los pesos de su cartera para mantener mas patrimonio en los mejores activos a largo plazo. Como siempre, debemos tener presente que es lo que buscamos cuando invertimos y a lo que estamos dispuestos, solo así podremos tomar decisiones de inversión racionales y conscientes. Si nos implicamos en el proceso de inversión de nuestro dinero, no solo aprenderemos de nuestros errores, sino que, con el tiempo, encontraremos el camino para crear una cartera equilibrada y diversificad