¿Es rentable el negocio bancario en 2022? Las medidas del Gobierno
Vivimos en un entorno de enorme presión para el negocio de los bancos, que no es otro que dar créditos e hipotecas, por varios factores que no hacen sino amenazar el tradicional y lucrativo negocio que ha sido la banca en el pasado.
Como ya comentamos en otros artículos, donde vimos las principales problemáticas que han hecho que los bancos comiencen a despedir masivamente en Expedientes de Regulación de Empleo (EREs), los tipos de interés no solo en negativo sino en mínimos históricos unido a la creciente digitalización de la actividad financiera y de la economía en general (el auge de los pagos con el móvil, las criptomonedas, el progresivo abandono del dinero en efectivo..) y la creciente competencia de los modelos de negocio tradicionales por parte de los nuevos bancos digitales y soluciones Fintech (plataformas o empresas que unen tecnología y finanzas, para realizar actividades financieras 100% digitales) han hecho saltar por los aires un modelo de negocio tradicionalmente sólido.
Estas condiciones no sólo han estrechado los márgenes habituales de los bancos, sino que les han puesto en serias dificultades para conseguir ser rentables. Si a principios de la década el problema principal que se veía en el negocio financiero era la solvencia, hoy es la rentabilidad y la eficiencia la preocupación por parte de los organismos de control.
Grandes caídas en las valoraciones de los bancos
En pocos años, hemos visto pasar a los principales bancos de nuestro país de un valor en libros (una medida para conocer el precio que el mercado está pagando por los activos contables de una empresa) de más de 1 o 1.2 veces hasta ratios de 0.4-0.7 veces.
Esta caída en las valoraciones en el mercado de los principales bancos, viene sobre todo debida al temor por parte de los mercados de que el volumen de negocio de los bancos no pueda sostenerse en los niveles que ha tenido en el pasado y que las reducciones de costes no sean suficientes para mantener unos márgenes estables.
Los ERES, responden a ese objetivo de reducir costes al coste que sea necesario, y mientras tengamos el resto de factores presionando el negocio tradicional, seguiremos viendo más ajustes de plantilla.
La mala evolución de los bancos se plasma en el precio de sus acciones y podemos compararla con facilidad con otros sectores que han evolucionado de manera completamente distinta. Es el caso de las grandes empresas tecnológicas, como Google, Microsoft, Apple o Amazon, que han visto como sus negocios (y sus acciones) despegaban en los últimos años de forma espectacular.
Por ejemplo, podemos ver la comparación entre algunos bancos españoles con la evolución del índice SP500, que reúne a las principales empresas de EEUU, con un peso muy importante de las compañías tecnológicas que comentábamos.
Las reducciones de costes ¿son suficientes?
La banca ha ido respondiendo a estos desafíos de diferentes formas. Por un lado aumentando las comisiones por algunos de sus servicios que no están ligados a un crédito o un préstamo (como las transferencias, las cuentas corrientes, los depósitos, el uso de las oficinas…), por otro tratando de fidelizar y vincular al cliente al máximo (obligando a tener varios productos de la misma entidad para rebajar comisiones, completar un producto con seguros obligatorios, etc.) y sobre todo con la reducción de los costes básicos de su negocio, es decir, cerrando oficinas y despidiendo empleados para reducir los gastos de plantilla.
Muchos de estos puestos han sido sustituidos por procesos digitales, ya que una buena parte del negocio de la banca debe girar hacia el servicio online si quiere competir con los nuevos actores, pero lejos de ser únicamente una amenaza, la digitalización de los bancos es la única posible forma de devolver la rentabilidad que han perdido en los últimos años a raíz de la transición hacia nuevos competidores 100% digitales.
Por si fuera poco, el coronavirus ha impactado de lleno en las empresas y en consecuencia en los bancos que dan crédito a esas empresas. Los principales bancos españoles han visto reducidos su beneficios en más de un 70% de media durante 2020, debido a las enormes provisiones por créditos fallidos que se esperan en los próximos meses.
Pero ¿han sido estos ajustes de oficinas, empleos y modelo de negocio suficientes para devolver a los bancos a la senda de la rentabilidad? Según las valoraciones del mercado, no lo han sido, o no lo suficiente.
Los problemas económicos de los bancos
El principal negocio bancario son las hipotecas, sobre lo que se asientan el resto de actividades. El negocio de forma simplificada consiste en recibir depósitos de los clientes y prestar esos depósitos en hipotecas, un tipo de crédito generalmente más seguro ya que está garantizado por un bien inmueble.
La forma de ganar dinero de los bancos es mediante el interés que cobran de las hipotecas y el interés que pagan (si pagan algún interés) por los depósitos. Por lo general, cuando mayor es el interés que cobran por las hipotecas, mayor será el beneficio para el banco.
Dados los tipos de interés en negativo por parte del Banco Central Europeo, que su objetivo no es otro que forzar a los bancos a que presten su dinero y que la economía se incentive, las hipotecas han ido siendo cada vez menos y menos rentables para los bancos.
«Buena noticia» para los clientes, mala noticia para los bancos. Aunque siempre hay otras fórmulas para conseguir que el préstamo hipotecario sea algo más rentable, como vendiendo productos adicionales, como seguros, tarjetas o fondos de inversión del propio banco, cosa que está a la orden del día.
En la pasada década, prácticamente todas (más de un 90%) las hipotecas que se concedían eran de tipo variable, es decir, de un tipo fijo más un indicador sobre la que iba ligada, por ejemplo el Euribor. Este Euribor (o Euro Interbank Offered rate) no ha hecho más que bajar desde su punto máximo en 2008, cuando llegó a alcanzar un increíble 5,4%.
La caída de este indicador no ha hecho más que abaratar las hipotecas para los clientes, dejando los márgenes de interés para los bancos en unas cifras exiguas. ¿Por qué ha caído el Euribor? Por la política monetaria del Banco central europeo, que ha ido bajando los tipos de interés sin descanso en la última década tratando de mantener la economía incentivada.
Como ejemplo podemos ver el tipo de interés medio de las hipotecas constituidas en España, donde podremos ver como han ido cayendo sin descanso en los últimos 10 años.
Otros problemas para los bancos, el IRPH y las tarjetas revolving
Por si estos problemas que hemos visto, tipos de interés, digitalización, fusiones… Fueran pocos ha habido dos episodios que han puesto la mirada sobre las prácticas bancarias y que han tenido un impacto directo sobre los principales bancos. Hablamos de las hipotecas ligadas al IRPH y las tarjetas revolving.
¿Qué ha pasado con el IRPH?
El IRPH es el índice de referencia de préstamos hipotecarios, una medida para poder seguir el interés que varios bancos y cajas de ahorros españolas cobraban a sus clientes cuando contrataban una hipoteca. Este índice lo creó el propio Banco de España como una forma de referenciar estos tipos de interés y poder seguir su evolución.
El problema fue que los bancos comenzaron a dar hipotecas basadas en este índice (hipotecas variables con un índice de base + un tipo de interés) en lugar del tradicional Euribor, de corte europeo. El IRPH tiene un tipo de interés mucho mayor al del Euribor al que puede sacar 2 puntos completos (2,00), haciendo las hipotecas mucho más costosas para los clientes y mas rentables para los bancos, con simplemente tomar como índice de base un medida diferente.
Miles de afectados por estas hipotecas reclamaron ante los juzgados en 2019 y 2020, considerando que esta medida tenía carácter “abusivo”, no tenían la suficiente transparencia y las condiciones no eran justas, con lo que los tribunales (en concreto el tribunal de justicia de la unión europea) ha dado la razón a los clientes y ha forzado a los bancos a devolver parte de esos intereses.
¿Y con las tarjetas revolving?
Las llamadas tarjetas revolving son un tipo de tarjeta de crédito clásica, que se ofrece a los clientes como una tarjeta más para el día a día, con bajas comisiones y con flexibilidad para si necesitan algo de crédito poder devolverlo cómodamente. Allí está el problema, ya que debajo de estas tarjetas de crédito clásicas existen unos intereses muy grandes por cada importe que queramos aplazar.
Las tarjetas revolving funcionan de manera sencilla, pagas tus compras de manera normal y tienes un límite máximo para gastar, cuando aplazas parte de esos gastos para el mes (o meses) que viene se te cobra una comisión; como el limite máximo aumenta cada vez que vas realizando las devolución de las deudas, vuelves a comprar y vuelves a acumular más deuda para los meses siguientes.
Cada mes que pasa la deuda sigue generando intereses sobre intereses. Esto hace que las tarjetas revolving hagan que el cliente esté casi perpetuamente endeudado por sus compras ya que sus intereses y su deuda se van acumulando a lo largo del tiempo. Esto unido a los enormes tipos de interés por estas deudas, han hecho que muchos clientes que tenían tarjetas revolving hayan reclamado a los bancos, que han tenido que indemnizar a muchos de estos clientes por los importes que les habían cobrado, o directamente han tenido que anular sus deudas.
Podemos hablar casi de la tormenta perfecta contra los bancos: reclamaciones, Euribor en negativo, márgenes bajos, duplicidades, competencia… Y estaremos en lo cierto.
Podemos ver en un ejemplo sencillo como se ha ido traduciendo esto a los beneficios de el principal banco español, el banco Santander (y eso que no ha sido el más afectado)
¿Qué está haciendo el gobierno para evitar los ERE en la banca?
La banca está tratando por todos los medios de volverse rentable a costa de reducir sus costes y actualmente está poniendo el foco en los cierres de oficinas y en los despidos de personal. Tanto BBVA, como Santander o CaixaBank ya han anunciado sus respectivos planes de reducción de plantilla.
Pero ¿qué está haciendo el Gobierno para tratar de limitar estas decisiones drásticas, con casi 13.000 despidos en unos meses?
Si hace unos años se estableció una cláusula que dificultaba los procesos de ERE en empresas que estuvieran obteniendo beneficios, pare ser que el Gobierno está estudiando dar forma a una ley que limite o permita controlar los salarios de los directivos de los bancos españoles.
El problema ha salido a la luz tras los anuncios de los ERE, a la vez que se iban conociendo como los salarios de los principales consejeros y ejecutivos tanto del banco Santander, como del CaixaBank o banco Sabadell han aumentado drásticamente (en algunos caso hasta un 250%) en plena entre el año 2020 y 2024.
Esta propuesta de ley, viene avalada por una directiva que en 2018 presentó el Banco central Europeo con el Consejo de Europa, que abría la puerta a que los gobiernos de los países miembros tuvieran la capacidad de controlar los planes de incentivos, como bonus, de los directivos de los principales bancos europeos, los llamados “bancos sistémicos”, aquellos bancos con un tamaño y un volumen de activos lo suficientemente grande para poner en aprietos al sistema bancario y financiero en conjunto si quebraran.
La Ministra de Economía, Nadia Calviño, se ha referido a estos salarios como “inaceptables”, dados los altos bonus que han cobrado al mismo tiempo que anunciaban las olas de despidos y cierres de oficinas.
El Banco Central Europeo ya avisó a los bancos que en un momento como el actual, con un entorno económico y social tan complejo, deberían tratar de moderar su retribución y sus incentivos, para que no confrontaran con los cambios estructurales que se estaban dando así como para mantener una gran parte del capital del banco en la propia empresa y que no existieran problemas de solvencia futuros.
Pero los bancos, por su parte, justificaron sus decisiones basados en que como empresas privadas su retribución y sus planes de incentivos únicamente deben ser aprobados por los accionistas del banco, cosa que si ha sucedido.
La recuperación de la banca
En este artículo hemos visto los problemas de fondo que arrastran al negocio bancario, pero ¿hay luz al final del túnel? Según Estándar & Poor’s, una de las principales agencias de calificación del mundo, junto con Moody’s o Fitch, la banca española podría comenzar una recuperación alrededor del año 2022, mientras que el coronavirus siga un camino descendente y no haya más confinamientos estrictos como los que hemos vivido.
Si un nuevo confinamiento tuviera lugar, la recuperación se retrasaría varios años más, hasta al menos 2025.
Los grandes bancos son solventes, según Standard & Poor’s, y podrán absorber las posibles dificultades de las empresas y sus créditos, así como de las familias; pero los bancos medianos se verán obligados a fusionarse, cosa que ya estamos viendo en España, y que probablemente llegará a bancos como Unicaja o Liberbank, donde suenan muchas quinielas para futuras fusiones.
En el caso de que estas se dieran, seguiremos viendo a medio plazo reestructuraciones de plantilla como las que hemos visto en BBVA o en CaixaBank, y hoy por hoy, no hay mucho espacio para otras alternativas, ni para medidas que limiten estos expedientes de regulación de empleo.