Los 5 mayores errores cuando invertimos

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Al comenzar a invertir, todos partimos de un conocimiento limitado. Quizás no siempre en lo teórico, pero si en lo práctico. Además, muchas veces sobreestimamos nuestras probabilidades así como pensamos que lo peor no nos puede pasar a nosotros.

Invertir puede ser muy difícil o muy fácil, todo depende de nuestros objetivos, nuestra personalidad y el enfoque o estilo de inversión que queremos aplicar. Pero si hay algo inevitable cuando decidimos poner  a trabajar a nuestros ahorros es que vamos a competer errores, muchos o pocos, pero siempre terminarán apareciendo. Por eso en este artículo vamos a ver los 5 errores más típicos de inversión y lo que podemos aprender de ellos. Como suele decirse, mejor aprender de los errores de otro que de los propios.

1. Diversificar demasiado

Como inversores solemos pecar de poner dinero en casi todo lo que un inversor puede tener a la vista. Invertir un poco aquí y un poco allá (pero sin ninguna estrategia real), con la intención de diversificar la cartera cada vez más.

Invertir en fondos, acciones, lending, bonos e incluso derivados con la intención de hacer nuestra cartera de inversiones indestructible es un error común. Todos estos fondos y plataformas no hacen más que aumentar la complejidad de una cartera, sin añadir mucha diversificación extra. Abrir una cuenta en un bróker para comprar una sola acción que nos guste (Apple, Facebook, Tesla…) no va a añadir mucha diversificación adicional a una cartera de ya diversificada. Lo único que va a añadir a nuestra cartera son más comisiones, impuestos y el tiempo necesario para gestionarla.

Llega un punto en el que esa diversificación deja de ser interesante, primero porque nos damos cuenta de que si ya invertimos en dos o tres fondos de inversión, nuestra cartera ya tendrá más de 100 o 200 acciones. Pasar de 200 a 201 es casi imperceptible en términos reales de rentabilidad y riesgo, por lo que el tiempo invertido en gestionar impuestos y plataformas por duplicado (o triplicado) no llega a aportarnos nada más. Por eso , suele ser recomendable ceñirnos a una estrategia simple en fondos de inversión (por ejemplo 2 o 3 fondos que nos gusten y ya estén muy diversificados) y quizás alguna posición extra si tenemos la suficiente convicción y el tiempo necesario.

Lo mejor de tener una estrategia de inversión lo más simple posible es que ya no deberemos estar dedicados a bucear en cada nueva oportunidad de inversión que surja, pues confiaremos en que la estrategia ya nos proporcionara una diversificación más que suficiente.

2. Perseguir únicamente la rentabilidad por dividendo

Los dividendos son tentadores para los nuevos inversores porque proporcionan unos ingresos regulares y son una idea fácil de entender (funcionan de forma similar a los depósitos a plazo o las cuentas de ahorro que nos darán intereses periódicos en efectivo). Por desgracia, perseguir únicamente la rentabilidad vía dividendo, basando nuestras decisiones de inversión puramente en la cantidad de dinero que podremos ganar con los pagos de dividendos de una empresa es un error muy común cuando comenzamos a invertir.

Pongamos un ejemplo para verlo mejor: Imaginemos que compramos unas acciones de la empresa XYZ debido a que vemos que su rentabilidad por dividendo es muy atractiva, un 7%. Comparado con la rentabilidad que nos da el banco por un depósito que apenas alcanza el 1% parece una decisión fácil ¿no? Por desgracia, las cosas no son tan simples cuando se trata de los dividendos.

En primer lugar, el precio de las acciones de XYZ cayó a medida que sus ingresos y beneficios fueron perdiendo fuelle a lo largo de los años, pasando de nuestro precio de compra 5€ por acción a tan solo 2€ por acción. En segundo lugar sus pagos de dividendos se fueron reduciendo a medida que sus beneficios e ingresos se resentían con lo que llegan a ser prácticamente insignificantes para nuestra inversión.

El dividendo de la empresa XYZ no es sostenible, con lo que llegará un punto en el que con los bajos rendimientos que nos está dando nos forzará a vender con pérdidas. Como vemos, la rentabilidad por dividendo es solamente una medida puntual de un rendimiento financiero, pero todo lo que pase desde que decidimos comprar esta en el futuro, y el futuro son las ganancias que conseguirá la empresa de aquí a 2, 3 o 5 años.

Por ello, antes de invertir en una acción deberemos tener en cuenta muchos otros factores. Por lo general, debemos buscar las razones por las que la rentabilidad vía dividendo de una empresa es alta; como un bajo crecimiento o una fuerte caída del precio de sus acciones. Como el valor de las empresas está en el futuro, es crucial entender que obtener un dividendo más bajo en una empresa con mejores perspectivas de crecimiento o una mayor probabilidad de mantener su dividendo en el futuro son aspectos igualmente importantes a la hora de tomar una decisión.

3. No tener una estrategia de venta

En casi todos los casos, un inversor realiza una inversión con la intención de obtener un beneficio, ya sea a mayor o menor plazo. Pero muchos no se plantean cómo van a hacer efectivo ese beneficio, es decir, cuándo y cómo venderán su inversión ¿Venderemos cuando la acción llegue a un determinado precio, o las mantendremos durante varios años (o incluso décadas) sin ningún objetivo concreto? ¿Venderemos todas nuestras acciones de una vez, o por el contrario venderemos gradualmente nuestra participación?

Vemos otro ejemplo sencillo: Pongamos que hemos comprado unas acciones de una cadena de restaurantes que nos gusta y con la que estamos familiarizados por 5€ cada acción. Nos gusta la empresa, parece sólida y los planes de crecimiento son buenos, asique de entrada tenemos previsto mantener nuestra posición a largo plazo.

El caso es que un buen día entramos en nuestra cuenta de inversión y vemos que han subido a 10€ por acción a los pocos meses, genial ¿verdad? Decidimos venderlas y utilizar ese dinero para cualquier cosa. El caso es que un par de años más tarde, un buen día vemos cuna noticia de nuestra vieja empresa que ya cotiza a 25€ por acción, y desgraciadamente lo que pensábamos que era una buena operación se transforma en un coste de oportunidad gigante.

Invertir sni tener presente un horizonte temporal y una perspectiva clara de porque invertimos nos lleva a tomar decisiones rápidas y poco lógicas. Si invertimos en empresas de alta calidad, la volatilidad del mercado no debería ser ningún factor relevante a corto plazo tanto si nos beneficia como si no. Esto no quiere decir que si una empresa cambia lo suficiente como para que la razón por la que hemos invertido deje de ser válida no podamos vender, pero tenemos que tenemos elementos más allá del precio al que coticen las acciones.

4. El anclaje emocional al precio

Muchos inversores se fijan demasiado en objetivos de precios específicos para una empresa. Las empresas y el entorno en el que operan cambian todo el tiempo (para bien o para mal) y el precio actual de las acciones suele reflejar esos cambios. Por ejemplo, las empresas de distribución energética o de alimentación han resistido mucho mejor al COVID que las aerolíneas o los hoteles. Por lo tanto, pensar que una empresa debe tocar nuevamente un precio concreto alcanzado en el pasado para significar una buena inversión es una mala estrategia.

Por lo general, es mejor pagar un precio razonable por una empresa, que anclarse en un objetivo de precio específico (y a menudo poco realista) y no acabar comprando las acciones. Podemos encontrar una empresa fantástica que cotiza a 4€ por acción y no comprarla porque durante un tiempo estuvo cotizando a 3€, para después darnos cuenta de que sigue subiendo a 5, 6 o 10€ por acción.  Las empresas cambian, evolucionan y crecerán, por eso mismo el precio en el pasado no tiene porque ser un reflejo de lo que serán en el futuro.

5. Ser demasiado conservador

Cuando empezamos a invertir en acciones y fondos solemos ser muy conservadores, manteniendo una gran liquidez en el banco por si acaso. La volatilidad de las acciones y las constantes noticias sobre las caídas en la bolsa no suelen ayudar demasiado. La realidad es que  los mercados se comportan excepcionalmente bien a largo plazo y pese a las caídas periódicas, crisis económicas y otros sucesos el mercado tiende siempre a recuperarse gracias a la innovación, el ingenio y el progreso humano.

 

 

Comprender mejor el riesgo asociado a las acciones y saber que son una de las clases de activos más rentables a largo plazo, a pesar de que se enfrentan a una fuerte volatilidad nos ayudara a construir una cartera más apropiada para nuestro horizonte temporal de inversión. La asignación correcta de activos es diferente para cada persona, por lo que dependiendo de nuestros objetivos, edad y otros aspectos el mix a elegir deberá variar para tener el riesgo acorde a nuestra situación personal.

Como vemos los errores son inevitables, ya que todos invertimos lo mejor que podemos con los conocimientos que tenemos en ese momento. Tan solo tenemos que poder darnos cuenta de nuestros propios errores de inversión cuanto antes y asegurarnos de aprender una importante lección de cada uno de ellos. En el fondo, todo forma parte del viaje para convertirnos en mejores inversores.

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